El consejero delegado de JP Morgan, Jamie Dimon, el único CEO de un gran banco de Wall Street que mantiene su puesto desde antes de la Gran Crisis Financiera, ha aprovechado su última carta anual a los inversores, conocida este martes, para valorar la reciente crisis bancaria en EEUU y para exponer sus previsiones para la economía del país. Según ha expresado sin tapujos a lo largo de 43 páginas, los reguladores han tenido parte de la culpa en las últimas turbulencias financieras por incentivar a los bancos a invertir en deuda pública e imponer pruebas de resistencia erróneas.
La primera víctima de Dimon en su misiva es la Reserva Federal de EEUU. Según ha expuesto, las meteduras de pata de Silicon Valley Bank (SVB) fueron alentadas por la regulación estadounidense, no fueron examinadas por la Fed y estuvieron «ocultas a plena vista» hasta que Wall Street y los depositantes se alarmaron. Para el CEO de JP Morgan, este episodio «aún no ha terminado» y tendrá «repercusiones durante años».
Dimon también ha aprovechado para pedir a las autoridades estadounidenses que no «reaccionen exageradamente» con más normas tras lo ocurrido. Los comentarios más agudos de la carta se han dirigido precisamente contra la regulación, incluidas las normas de capital que empujaron a los bancos a dispararse con activos de bajo interés que perdieron valor cuando los tipos de interés se dispararon.
«Irónicamente, los bancos se vieron incentivados a poseer títulos públicos muy seguros porque los reguladores los consideraban muy líquidos y exigían requisitos de capital muy bajos», ha afirmado. Peor aún», ha resaltado, «la Reserva Federal no sometió a los bancos a pruebas de estrés sobre lo que ocurriría cuando subieran los tipos».
Cuando los depositantes no asegurados del Silicon Valley Bank se dieron cuenta de que estaba perdiendo dinero con la venta de valores para hacer frente a las solicitudes de retirada, se apresuraron a retirar su dinero. Los reguladores intervinieron entonces. «No se trata de absolver a la dirección del banco, sino de dejar claro que no fue el mejor momento de muchos de sus participantes. Todos estos factores en colisión adquirieron una importancia crítica cuando el mercado, las agencias de calificación y los depositantes se centraron en ellos», escribe Dimon.
Sin embargo, destaca, «lo más importante es que los recientes acontecimientos no se parecen en nada a lo ocurrido durante la crisis financiera mundial de 2008 (que apenas afectó a los bancos regionales)». «La crisis bancaria actual afecta a muchos menos actores financieros y tiene menos problemas que deban resolverse», añade.
También se defiende de las críticas a los grandes bancos en esta ocasión: «Cualquier crisis que dañe la confianza de los estadounidenses en sus bancos perjudica a todos los bancos, un hecho que se conocía incluso antes de esta crisis. Si bien es cierto que esta crisis bancaria ‘benefició’ a los bancos más grandes debido a la afluencia de depósitos que recibieron de instituciones más pequeñas, la idea de que esta quiebra fue buena para ellos de alguna manera es absurda».
«Aunque esta crisis pasará, se aprenderán lecciones, que darán lugar a algunos cambios en el sistema regulador. Sin embargo, es sumamente importante que evitemos las respuestas instintivas, de golpe y porrazo o políticamente motivadas, que a menudo acaban consiguiendo lo contrario de lo que se pretendía. Ahora es el momento de reflexionar en profundidad y coordinar normativas complejas para lograr los objetivos que deseamos, eliminando costosas ineficiencias y políticas contradictorias», agrega Dimon sobre nuevos posibles pasos del regulador.
Según Dimon, la compleja regulación está expulsando a los bancos del negocio hipotecario al aumentar el coste de la concesión y el servicio de los préstamos, así como la responsabilidad legal. JP Morgan está «aguantando», pero muchos bancos ya se han deshecho de gran parte de este negocio, recalca. Wells Fargo anunció a principios de este año que está reduciendo drásticamente sus operaciones hipotecarias.
JP Morgan está tratando de aliviar el impacto de las normas que le obligan a mantener más capital, explorando líneas de negocio que requieren poco o nada, explica Dimon. Eso puede incluir la expansión en el campo del trading aportando datos y análisis valiosos, así como viajes y ofertas relevantes en los negocios de banca de consumo, gestión de patrimonio y servicios de pago, entre otros. El banco está evaluando más rigurosamente los clientes con los que hace negocios, apostilla.
De «huracán» a «nubes de tormenta»
En lo tocante a la economía de EEUU, Dimon ha defendido que esta goza de buena salud y la seguirá teniendo en las próximas décadas. A pesar de la volatilidad del mercado, escribe, los consumidores gastan un 23% más que antes de la crisis y tienen 1,2 billones de dólares de «exceso de efectivo» en sus cuentas corrientes. Otros aspectos positivos que cita son un desempleo «extremadamente bajo», un claro aumento de los salarios, «sobre todo en el extremo inferior», «diez años de revalorización de la vivienda y las acciones». Igualmente, pone énfasis en que «las empresas están bastante saneadas y las pérdidas crediticias son extremadamente bajas».
«Independientemente de cómo se desarrollen los acontecimientos, es probable que dentro de 20 años el PIB de EEUU sea más del doble del actual», apunta también. En esta línea, Dimon redobla su apuesta por EEUU: «Mi amigo Warren Buffett señala que el éxito de su empresa se basa en las extraordinarias condiciones que crea nuestro país». Unas palabras que chocan con su previsión catastrofista del pasado junio, cuando hablaba de «huracán» en la economía por la alta inflación y las rápidas subidas de tipos.
El huracán parece haberse quedado en «nubes de tormenta», que pueden «disiparse pacíficamente y sin dolor», aunque, por supuesto, Dimon se esfuerza en decir que está totalmente preparado para un mal resultado. «Cuando uno habla de riesgo durante demasiado tiempo, empieza a nublar su juicio. De cara al futuro, los aspectos positivos son enormes», se exculpa.
IA y posible sucesión
Respecto a otros temas aledaños, Dimon ha tocado la inteligencia artificial, así como su futuro al frente de JP Morgan. La inteligencia artificial es «extraordinaria» y será crucial para el futuro del banco, ha señalado. La entidad ya tiene más de 300 casos de uso de la tecnología y está explorando formas de «aumentar y potenciar a los empleados», incluso con ChatGPT, la popular herramienta de procesamiento del lenguaje natural. Aunque la IA puede ser útil en áreas como el marketing y la detección de riesgos, es esencial para evitar el fraude y defenderse de los ataques al banco y a los mercados, ha dicho Dimon. «Porque puedes estar seguro de que los malos también la utilizarán».
A poco más de la mitad, Dimon asegura a los inversores que el consejo no está descuidando la planificación de su posible sucesor: «Está en el orden del día cada vez que se reúnen los miembros del consejo, tanto cuando están conmigo como cuando no estoy en la sala. Pueden estar seguros de que nuestros miembros de la junta están al caso y se sienten muy cómodos con el lugar en el que nos encontramos».
En una sección en la que desvela el nuevo propósito de JPMorgan – «hacer posibles los sueños de todos, en todas partes, todos los días»- Dimon escribió que «para que nadie piense que me he vuelto un poco blando, tened la seguridad de que vuestro consejero delegado es un capitalista de sangre roja, patriota, de la libre empresa y del libre mercado».