El pesimismo económico marca la presente convocatoria del Foro Económico de Davos. Y las proyecciones de una desaceleración de las perspectivas globales vienen marcadas por un contexto en el que las tensiones geopolíticas redundan en una menor estabilidad. El consenso es abrumador, casi tres de cada cuatro líderes mundiales mantienen la cautela sobre cuál será la evolución económica de este año, frente a los récords de optimismo que registraba la encuesta anual de PwC durante los dos ejercicios anteriores. En una entrevista con elEconomista.es, el presidente mundial de la consultora, Bob Moritz, se mostró confiado en las oportunidades incluso en una economía en desaceleración y apuntó el potencial de inversión de España, con mucho trabajo por hacer en clima.
Los empresarios españoles apuntan a la regulación como uno de los principales desafíos para la evolución de sus ingresos y no sé trata de la primera vez que mencionan esta cuestión en una encuesta de PwC. ¿Qué necesitan las empresas españolas en este sentido?
Los países de la UE, en general, son más negativos tanto sobre la economía como sobre sus oportunidades. Se centran principalmente en dos cosa. Una es el mercado laboral y la segunda es la regulación. En España, en particular, siempre ha habido un nivel muy alto de preocupación por la regulación. Se debe conseguir un equilibrio entre demasiada regulación y poca regulación. Y la voz de la comunidad empresarial y del Gobierno deben trabajar conjuntamente para pensar qué es lo que va a ser mejor para incentivar el cambio de comportamiento para el desarrollo económico. Lo que se observa este año, anecdóticamente, es una gran preocupación por la normativa de la UE sobre el clima y otros aspectos similares. Muchos consejeros delegados han dicho que es demasiado costoso, que es demasiado pronto y que tendremos consecuencias negativas. Así que lo que nos gustaría que ocurriera es que a nivel mundial se estableciera un enfoque gradual para la regulación. Y creo que ahí es donde los CEO españoles verían una oportunidad.
A pesar de ello, ¿continúa España siendo un lugar atractivo para la inversión?
España, como país, creo que tiene una oportunidad. Tiene un par de activos clave. Tiene una estabilidad relativa y como país, tiene una mano de obra bien formada y una base de bajos costes, lo que es bueno para que las empresas piensen en invertir en el mercado local, pero también en crear centros de producción. El consejo que yo daría, sin embargo, a los directores empresariales y al Gobierno es que cuando las organizaciones se planteen rediseñar las cadenas de suministro, que busquen en términos económicos para asegurarse de que es rentable. Que busquen la resiliencia en términos de opcionalidad y capacidad de ampliación y reducción. Que busquen, lo llamaré estabilidad, que esté libre de riesgos políticos. Y, por último, tienen que pensar en ser respetuosos con el medio ambiente o en reducir las emisiones climáticas. España, como país, no ha hecho mucho por el clima. Y creo que, si se hacen esas cuatro cosas, hay una mayor oportunidad para que vean más inversión y potencialmente más oportunidades en la cadena de suministro.
Muchos CEOs se refirieron a la recesión como una de las principales amenazas del 2023. ¿Está de acuerdo con esa perspectiva?
No se me da bien predecir. Pero lo que diría es que todo el mundo está preocupado por la ralentización de la economía y estamos viendo las señales. Algunas partes del mundo pueden estar en recesión técnica, y otras puede que no, tendrán un crecimiento menor. Acabamos de ver que el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional en sus proyecciones manifiestan una preocupación en 2024. Para mí, sigue habiendo oportunidades incluso en una economía en desaceleración. Incluso en una economía en desaceleración, las empresas españolas deben ganar más cuota de mercado si pueden. Como se vio en la encuesta a los CEO, el gran problema no es el pesimismo y el riesgo de recesión, la gran cuestión es si puedo reaccionar ante ella con la suficiente rapidez y no ver cuestionada o amenazada mi propia sostenibilidad. Y esa es la gran oportunidad, creo, para los CEO.
En medio de las tensiones geopolíticas y con la guerra de Ucrania a las puertas de Europa, ¿Cuáles son sus principales preocupaciones para los próximos doce meses?
Están Rusia y Ucrania, la preocupación por Oriente Medio y su evolución. Hay cuestiones de seguridad más amplias. Y sí, incluso hay preocupación en la UE en estos momentos por el papel y la relación entre Francia y Alemania. ¿Qué debemos hacer? Lo primero, debemos ser mucho más conscientes del cumplimiento de las leyes y reglamentos con el fin de ser eficaces. Eficaces porque cada país va a venir con más reglas y vamos a ver la fragmentación. Segundo, los gobiernos deberían pensar no sólo en acuerdos globales para la inversión extranjera directa y el comercio, sino más bien en una planificación regional. Y tercero, respecto a los equipos de gestión, hay que planificar escenarios y pensar en lo que podría pasar. Nadie predijo lo de Rusia.
La Unión Europea plantea reforzar su industria en respuesta al paquete de subsidios estadounidense. ¿Qué opciones tiene la industria europea de competir frente a dos mercados como el chino y estadounidense dotados de subsidios?
Lo más importante en 2023 es ver cómo reaccionan los europeos a la iniciativa climática estadounidense para reducir la inflación. Ya no es sólo que el Pacto Verde fuera pensado como algo vanguardista. Ahora la estructura de EE.UU. en torno al clima y lo que hicieron al incentivar la innovación, el espíritu empresarial, las subvenciones cambia las dinámicas. Obligará a los europeos a hacer algo diferente. Ahí es donde se van a ver algunas tensiones adicionales. Y luego la cuestión será cómo compiten por la inversión.
Podría ser también a través de subsidios…
La única duda que me planteo es que, cuando se habla de subsidios, se hace referencia a estímulos y ayudas públicas. Hay que pensar en los subsidios de forma más amplia, en términos de impuestos sobre las subvenciones y otras ayudas de empresas estatales. El clima es otro buen ejemplo. Algunos países han adoptado un impuesto sobre las transferencias de carbono. Es un mecanismo para incentivar el cambio de comportamiento. Así que debemos estar muy atentos a esta combinación.