Francia equipará formalmente en Barcelona el nivel de sus relaciones con España a las que mantiene con Alemania y con Italia, aunque desde la llegada a la jefatura del Gobierno de Giorgia Meloni estas no revisten la misma cordialidad que antaño. Los presidentes Emmanuel Macron y Pedro Sánchez firmarán un “tratado de amistad y cooperación” similar al que el país galo suscribió con Alemania, en Aquisgrán en 1963, y con Italia, en Roma en 2021. España y Francia celebran el jueves en Barcelona una cumbre con la participación de un total de 11 ministros y sus respectivos homólogos franceses. Pere Aragonès, president de la Generalitat, estará presente en la ceremonia de acogida de Macron como anfitrión, además de la alcaldesa Ada Colau, por lo que no participará en los trabajos de la reunión entre ambos ejecutivos.
A día de hoy, ambos países no tienen desacuerdos, excepto el cierre por el Ministerio del Interior francés de nueve pequeños puestos fronterizos en los Pirineos —llegaron a clausurar hasta 15—, empezando por el Banyuls, en Cataluña. Los lugareños deben hacer largos recorridos para pasar legalmente de un país a otro y, en verano, los senderistas también padecen estas restricciones. La medida fue adoptada por París para dificultar que los inmigrantes irregulares que llegan a España cruzasen la frontera y no parece dispuesto a levantarla del todo. La lucha contra la inmigración será uno de los temas que abordarán las delegaciones de ambos países. Con tal propósito, crearán un grupo de trabajo y unidades policiales mixtas para patrullar por la montaña.
Marcos Lamelas. Barcelona
Hasta hace poco, existía otra discrepancia entre ambas capitales. El Gobierno español estaba empeñado en construir el gasoducto Midcat, que hubiese permitido suministrar a Francia, y a partir de ahí a gran parte de Europa, el gas que llega a las plantas de regasificación de la Península. Macron propuso sustituirlo por un tubo que bombee hidrógeno de Barcelona a Marsella y Sánchez aceptó esa alternativa. Quedan, sin embargo, unos cuentos cabos por atar para que ese proyecto, bautizado H2Med, sea realidad.
Hace ya 17 años que se celebró la última cumbre hispano-francesa en Cataluña. El presidente José Luis Rodríguez Zapatero acogió a Jacques Chirac en 2006 en Girona. El ambiente ha cambiado y los movimientos independentistas catalanes han convocado, el jueves en Barcelona, una manifestación de rechazo a la cita de Macron con Sánchez. Esas convocatorias no inquietan a Macron, que durante su estancia en Barcelona tendrá un ojo puesto en su país.
A. Fernández. Barcelona
El jueves 19 es el primer día de las grandes movilizaciones convocadas por los sindicatos contra la reforma de las pensiones anunciada por el presidente francés. Por eso, Olivier Dussopt, el titular de Trabajo francés, no acudirá a la cumbre y algunos otros miembros del Gobierno solo pasarán unas horas en Barcelona antes de volver a sus ministerios para seguir de cerca la situación. En Barcelona, residen unos 25.000 franceses, a los que hay que añadir otros 25.000 que no están registrados en su consulado, según las estimaciones del Ministerio de Exteriores francés.
La actualización del tratado de amistad con Francia, que previsiblemente se bautizará como Tratado de Barcelona, tiene una especial importancia para la diplomacia española. Por un lado, desde el Gobierno se destaca el fortalecimiento de las relaciones con el país vecino, sobre todo de cara a coordinar estrategias en Bruselas. Por otro, se pone el foco en trasladar el mensaje de la normalización de la situación en Cataluña. La celebración en la capital catalana de la cumbre, pese a las manifestaciones del independentismo de rechazo, se vende como un éxito de la política de desinflamación del conflicto a través de la mesa de diálogo y la denominada desjudicialización.
Geometría variable en Bruselas
La participación en la cumbre como anfitrión del presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, se traslada como un síntoma de esta normalización, aunque la participación de ERC al mismo tiempo en las manifestaciones tiene peor digestión en la Moncloa. Aunque fuentes del Gobierno critican la actitud de «estar en misa y repicando», explican que los republicanos tienen la necesidad de «sobreactuar» debido a las presiones de sus principales rivales dentro del campo independentista, Junts. «Juegan a la política espectáculo», lamenta un ministro socialista, aun reconociendo que ERC y el propio Aragonès se están viendo presionados por las acusaciones del expresident Carles Puigdemont, dibujándolos como «traidores» al independentismo por su pragmatismo en la última legislatura.
Antonio Fernández. Barcelona
Esta división refuerza el mensaje del Ejecutivo de que «el procés está muerto», y esto es, en sintonía con el mensaje de la normalización y la «convivencia» en Cataluña, lo que busca trasmitirse con la elección de Barcelona para acoger la cumbre. Tanto al resto de España, en primer lugar, como a Francia y a toda Europa.
El Tratado de Barcelona, que se ratificará este jueves, se hace más relevante para el Ejecutivo de cara al semestre europeo con la presidencia de turno de la UE por parte de España. El Gobierno quiere aprovechar la coyuntura para seguir ganando influencia en Bruselas y acabar de impulsar algunos de los asuntos por los que viene batallando, como es el caso de la reforma del mercado eléctrico.
El tratado supone que Francia y España avanzarán en su alianza de cara a coordinar posiciones. Tanto es así, que se prevé profundizar los mecanismos de coordinación con consultas previas para ir de la mano a los Consejos de Europa, estableciendo una coordinación previa a estas reuniones que sería extensible a otras cumbres de carácter internacional. Francia pasará de este modo de privilegiar el eje franco-alemán en la política europea a buscar una geometría variable en la que busca a España como aliado.
Francia equipará formalmente en Barcelona el nivel de sus relaciones con España a las que mantiene con Alemania y con Italia, aunque desde la llegada a la jefatura del Gobierno de Giorgia Meloni estas no revisten la misma cordialidad que antaño. Los presidentes Emmanuel Macron y Pedro Sánchez firmarán un “tratado de amistad y cooperación” similar al que el país galo suscribió con Alemania, en Aquisgrán en 1963, y con Italia, en Roma en 2021. España y Francia celebran el jueves en Barcelona una cumbre con la participación de un total de 11 ministros y sus respectivos homólogos franceses. Pere Aragonès, president de la Generalitat, estará presente en la ceremonia de acogida de Macron como anfitrión, además de la alcaldesa Ada Colau, por lo que no participará en los trabajos de la reunión entre ambos ejecutivos.