Rafa Nadal ya está en segunda ronda del Open de Australia, en un partido en el que supo sufrir ante Jack Draper para conseguir la victoria (7-5, 2-6, 6-4 y 6-1). El tenista español, que venía de una racha de no muy buenos resultados después de su larga inactividad en el tramo del de 2022, empieza el primer Grand Slam de la temporada con buen pie y con un triunfo que le sirve para recuperar parte de la confianza y, así, enfocar mejor su próximo reto en pista.

Su próximo rival será Mackenzie McDonald, que fue capaz de acabar con la gran revelación Brandon Nakashima y, por ello, no será un partido nada sencillo para el tenista español. La mejor noticia del partido del número dos del mundo ante Draper fue que se vio a un Nadal más metido en el partido, con mayor concentración, mejorando su golpeo y limitando los errores no forzados, su gran ‘debe’ desde que ha vuelto a las pistas. El plus de confianza es, cuando menos, muy positivo.

Nadal gana a un correoso Draper y se enfrentará a McDonald en la segunda ronda de Australia

EFE

Pero lo que Nadal no esperaba en su debut en Australia era que, en pleno partido, le ‘robaran’. De sobra es conocido que el español es uno de los deportistas más metódicos del mundo, con rutinas prácticamente para todo que repite a modo de mantra para mantener la concentración aun en los momentos más complicados del encuentro. Sus botellas en el suelo, el uso de las toallas, la manera de secarse el sudor o colocarse el pelo se han convertido en un ritual.

Todos ellos forman parte de una serie de hábitos que Nadal tiene desde siempre en pista. Y uno de ellos pasa por las raquetas. De manera habitual, el español prepara varias empuñaduras para tenerlas listas a lo largo del partido: coge una de ellas para jugar, deja otra lista en la silla -además de un par dentro de la bolsa- y, mientras tanto, deja otra preparada para que los recogepelotas la lleven a encordar con la tensión que quiere el español. Lista para usar al momento.

Y lo que ni el propio jugador esperaba es que una de esas raquetas desapareciera. Ocurrió en el primer set, con 4 a 3 en el parcial para Nadal. Tras el descanso, el español se levantó de su banco para coger esa segunda raqueta que siempre deja lista, un cambio que lleva a cabo cuando nota que la primera empieza a perder las prestaciones que le gustan… y cuál fue su sorpresa al descubrir que había desaparecido y que no estaba en el lugar en el que la había dejado.

Tras buscarla, el español, entre risas, no dudó en dirigirse al juez de silla para preguntarle sobre la ubicación de su raqueta. Después de intercambiar un par de palabras, el umpire le dio la solución: «Se la ha llevado un recogepelotas». O dicho de otra manera, esa raqueta que Nadal tenía ya preparada a su gusto, lista para usar y que había dejado lista para utilizar, se había llevado a encordar por un error. El español no podía dejar de sonreír por lo que había pasado.

El principal problema es que, con la raqueta, había desaparecido el amortiguador de vibración, por lo que Nadal tuvo que buscar en su bolsa para colocárselo a otra de las raquetas que tenía guardadas. Tras solucionar el problema, el balear no dudó en acudir a la zona de Draper para pedirle disculpas por el retraso y explicarle lo que había sucedido. Una anécdota más en un partido en el que Nadal supo trabajar duro para recuperar la senda de la victoria.